domingo, 31 de mayo de 2009

Alle gegen Alle


Gris, cuando el viento sopla
gris, si mi furia explota y
se contienen fieros
átomos, punzante contra y
punto. La marea en Bach
acelera el tiempo entre
muerte y nacimiento
--,

sábado, 30 de mayo de 2009

Flores



Y podría pensar
que lo que tengo que encontrar ya lo he encontrado
satisfacerme con la gloria del pasado
y ver caer todos los mitos a este lado
de la cama
ya no espero
y si es frio, el calor artificial me reconforta
mientras...

viernes, 29 de mayo de 2009

Kabarett


Estoy loca, puede ser. Es como se llama a las mentes vagabundas desencajadas sedientas de amor sin condiciones. El todo y la nada. La pasión desmedida. Sí, creo que encajo bastante bien en esta descripción.
Es lamentable, frustrante, tener el derecho a tenerte sin tenerte como quiero. Parece que me robas fracciones de segundo cada día. Y, cada vez que el sol se apaga, yo te necesito más y más.Como el Tsunami a todo lo que destruye. Me atraes con la fuerza de la gravedad y provocas en mi paladar infinito el efecto de la droga pura. Me corrompes y me intensificas, colocas el énfasis en mis ligaduras, haces que el tiempo desaparezca y que el espacio no exista.
Hace tiempo que no me escribes.
Hace tiempo que no ves mi dolor.
Soy como esa vieja puta hastiada de tu indiferencia inocente, porque sé que nunca quisiste ofenderme, que nunca quisiste hacerme daño.
Cada vez son menos las pregunas. Y así dejo de ser tu debilidad, tu talón de aquiles, para ser cotidiana, algo más en tu vida.
Y yo no quiero eso, porque Quiero que me ames. Y amar no es la rutina. Se funde la melodía del cansado Kabarett. Yo me doy la vuelta, como aquella bailarina sin amante ni porqués.
Mis perdones por quererte. Mis disculpas por querer tenerlo todo (de ti), y no este regusto a angustia por formular todos los días la misma pregunta de si tú me quieres como yo te quiero a ti.

Pd: -¿estás ciego? -tan ciego como el amor, que nunca fue un inválido.

martes, 26 de mayo de 2009

own

Cuando la vida te da un revés...

lunes, 25 de mayo de 2009

¿Se acaba al principio?


Si tengo que dejar de ser yo para no sufrir, entonces tal vez no sea para ti.
¿Me dejarás marchar?
...

miércoles, 20 de mayo de 2009

Son, ergo soy (primera parte)

Hoy me siento nostálgica. Me apetece huir de la realidad. No es nada nuevo en mí, aunque supongo que tampoco en vosotros. De hecho, la fantasía y la imaginación son cosas muy valiosas que tenemos desde que somos unos enanos babeantes.
Algunos lo pierden.
Otros no.
Así que hoy haré algo diferente...
Imagino que todos hemos tenido "héroes". Lo escribo entre comillas porque puede que no sean figuras y grandes salvadores de abdominales duros como el acero y brillantes como el oro. Puag!, no. Lo que viene a mi mente son aquellos personajes que me han marcado a lo largo de mi vida, sin los cuales yo no sería lo que soy ahora.

¿Los reconocéis? Estos "hipopótamos" tan tiernos y adorables son los Moomins. Me encantaban cuando era muy muy pequeña. Son originales de Finlandia y, por lo visto, están basados en una saga de libros y tal...







Y este de aquí era su enemigo. Les daba miedo (y no me extraña, a mí también). En inglés se llama "groke", en español...no consigo recordarlo, pero era algo así como "La Bú". Me aterrorizaba, lo dibujaba en todas partes (qué masoquista, ¿no?).







Y cómo no, los japoneses, retorcidos creadores del manga, malvados reclutadores de otakus. Caí en su trampa. :3
Sailor Moon, un anime sobre chicas superdesarrolladas de catorce años, que tienen poderes porque son las elegidas, combaten "el mal", se enamoran e incluso van a clase.
¿Puede haber algo mejor para una niña de 6 años? Jaja...



Disney, ¡cuánto daño me has hecho!, precisamente por lo que me hiciste creer. Pero, ¿qué más da?, es mejor ser un poco surrealista (o bastante).

Blancanieves y los Siete Enanitos, todo un clásico. Sí. No es el único largometraje de Disney que me hizo parecer estúpida, aprendiendo diálogos y escuchando palabras que jamás escucharía en la realidad.

Prefiero no salir de los cuentos.


Alicia en el País de las Maravillas, como muchas otras películas de Disney, la historia no es originalmente suya. Como sabréis, Alice in Wonderland es un libro de Lewis Carroll (pseudónimo de Charles Lutwidge). Se trata de una histora destinada a un público infantil (como yo), psicodélica y apasionante con un importante trasfondo lógico y matemático, según se dice.




Creo que no puedo explicar la influencia que esta historia ha ejercido sobre mí. Su misterio, su mundo paralelo, su dimensión onírca, su doble perspectiva, su toque macabro, sus ambientes, sus personajes de fábula, Alicia...

Me encanta.









Mitiquísima Lara Croft, grandioso Tomb Raider. Sin duda ha marcado mi vida, como muchos otros videojuegos, pero con una intensidad inmesurable.
Yo la conocí cuando se contoneaba con su cuerpo de bastos polígonos, "paseando" por cuevas nevadas.
He jugado a casi toda la saga, hasta que lo dejé, ya que he olvidado bastante el mundo de las videoconsolas.
Sin embargo, me sigue fascinando, siempre me ha atrapado el magnetismo de la señorita Croft, el misterio de los escenarios, los fallos de programación, los enemigos con acento italiano, los de piel del colos de la ensalada, los suelos de ajedrez en las Islas flotantes y las tardes de vicio sin fin.



A pesar de su aspecto vampírico, su rostro excesivamente pálido y su dudoso orificio bucal, no se trata de Nosferatu ni de nada parecido. Es un personaje romántico por excelencia, un marginado social, un genio creador, una mente en las tinieblas, un enamorado: El Fantasma de la Ópera, en una de sus horrendas y maravillosamente expresionistas versiones cinematográficas antiguas.

La versión más conocida para los que pertenecemos a la generación de los noventa y aún no somos unos gafapastas es el musical del 2004 dirigido por Andrew Lloyd Webber y protagonizado por Emmy Rossum y Gerard Butler.





Aquí tenemos al fantasma y a su amor platónico, la preciosa bailarina Christine, en unos cuerpos esbeltos y unas caras bonitas. Como dicta Hollywood, todo sea por el público, todo sea por el dinero.

Fuera de mi vida


Dime que no somos el único signo de vida inteligente en el universo.

O, mejor, dime que sí...

lunes, 18 de mayo de 2009

Oye, ¿qué precio tengo?


Piensas venderme. Puedo enterarme o no. Pero tú siempre lo sabrás. Tú siempre sabrás que te has traicionado. Puedes venderme y decírmelo. Lloraría. Seguro que lloraría. Y la escala de colores cambiaría del negro más impenetrable al más esperanzador de los azules. Pero tú... Tú llorarías más que yo. Porque no eres el diablo. Eres un hombre. Un humano. Y los humanos son bestias civilizadas. Y así tiramos por la borda todos los tesoros de...oh, déjame pensar, algún abordaje sin valor. Uno cualquiera. Aquel que nos lo dió todo. Aquel que moriría y muere por nosotros cada noche, cada día.

Si muero, tal vez resucite. La purga staliniana sobre todas mis pesadillas ¿será posible?

No quiero pesarlo. Pensarte será una tortura.

Los tesoros no vienen solos, son pesados y abundantes. Caen al mar como terribles cadáveres, dispuestos a hundirse para tus ojos.


No invoques el pasado, o verdrá cabalgando hacia ti sediento de sangre.


Tu silencio, tu misterio, tu mundo infantil, tu entorno mágico, distinto, alterado. Transmitías un aura de tranquilidad, como si estuvieras bajo algún exótico hechizo. Por aquel entonces ya habías desarrollado ese "trance" que se extiende hasta el presente.
Chocas. Tu diferencia choca. Tu tercer latido. Tu aroma desconocido. La configuración de tu puzzle no es armónica. Ya no. Ni en ti ni fuera de ti. Algo ha cambiado, una reacción química se desata pero no funciona porque tú seguirás siendo tú.
El desequilibrio es sencillo de explicar. Más de lo que parece a priori. Si, como humanos, nuestra visión de las cosas se empeña en ver reglas en cualquier sistema, lo que ocurrió es que las tuyas se cruzaron con las suyas, que eran de otro planeta.

Y así suceden las cosas de vez en cuando. Una variación, un desastre natural. Nadie lo planea. No está ahí. Simplemente, pasa.

viernes, 15 de mayo de 2009

Trastornos de pánico-nocturnos


Mi relación de amor-odio con la cama. Esas pesadillas en las que el protagonista eres tú y sólo tú (no yo).

Tenía la esperanza de que tú me salvarías cuando fuera de día...

Pero siento más dolor cuando veo en ti actitudes similares a "enmissueños".

Bocanadas de una sinceridad irreal qe sería odiosa de ser real.

Impotencia. Yo te araño y te tiro al suelo, porque tú no me quieres, tú te ries en mi cara para que llore.

Obsesivo, siempre igual.

Fobofobia terminal.


Mississippi, Miss-issi-ppi, Mississiiiippii

lunes, 11 de mayo de 2009

Odio a mi vecino


Desde hace algún tiempo (desde que vivo aquí), me sofoca una extraña patología que tiene sus orígenes nada más y nada menos que en el otro lado de la pared.

Nunca he sabido si sus toques en la pared cuando pongo música (a un volumen alto pero no molesto y en días festivos a horas en las que dudo que alguien duerma o estudie) son reales o se trata de mi imaginación paranoica. A veces me pongo a cantar, porque es lo que más me gusta hacer y me sale hacerlo, que estoy en mi casa (joder), y es cuando este fino caballero abre la puerta de su habitación para volver a cerrarla y seguir dentro. Y yo me pregunto: ¿qué consigue un individuo actuando así?

Ahora bien, él y sus amigotes, un frondoso grupo de nabos, pueden juntarse en tu soso cuchitril a la hora de la siesta (un jueves) y cantar “la Ramona es la nosequé más gorda de mi pueblo, Ramonaaaa te quiero” haciendo gala de sus corrosivas voces de barítono en edad de procrear.

Estoy harta, quiero irme al monte.

Termómetro


Se podría llamar miedo y lo he sentido esta mañana. Como un amanecer cualquiera, ignoro el sonido del despertador, ignoro cómo lo apago, dónde lo dejo, cuantas veces vuelve a sonar para seguir desparramada entre las sábanas…una o dos horas más. No es que sea confortable estar debajo de esas mantas. Es que no estoy muy segura de querer poner un pie en el suelo y que el frío me devuelva a la realidad. Esto pasa cada día excepto cuando estoy en casa. Me levanto,
desayuno y me tiro en el sofá.

Cuando todo ha terminado me prometo que esta vez empezaré de cero. Sin embargo saboreo los mismos fracasos una y otra vez.

Y sé que tengo que medir mis palabras y cambiar mis ideas, porque hay un porcentaje de dolor que predomina sobre todos los demás, y sé que viene de mí.

Voy a recoger mi dignidad escrupulosamente y con la yema de mis dedos índice y pulgar, como si se tratara de una pelusa gigantesca y repugnante.