lunes, 18 de mayo de 2009

No invoques el pasado, o verdrá cabalgando hacia ti sediento de sangre.


Tu silencio, tu misterio, tu mundo infantil, tu entorno mágico, distinto, alterado. Transmitías un aura de tranquilidad, como si estuvieras bajo algún exótico hechizo. Por aquel entonces ya habías desarrollado ese "trance" que se extiende hasta el presente.
Chocas. Tu diferencia choca. Tu tercer latido. Tu aroma desconocido. La configuración de tu puzzle no es armónica. Ya no. Ni en ti ni fuera de ti. Algo ha cambiado, una reacción química se desata pero no funciona porque tú seguirás siendo tú.
El desequilibrio es sencillo de explicar. Más de lo que parece a priori. Si, como humanos, nuestra visión de las cosas se empeña en ver reglas en cualquier sistema, lo que ocurrió es que las tuyas se cruzaron con las suyas, que eran de otro planeta.

Y así suceden las cosas de vez en cuando. Una variación, un desastre natural. Nadie lo planea. No está ahí. Simplemente, pasa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dulce niña, viejo mosntruo escondido que sale cada noche a deshacer tu cama y no dejar dormir.